Saludo Jueves 2 de Abril
Queridas familias y profesores:
Al mismo tiempo que pasamos estos días tratando de “sobrevivir” a las dificultades cotidianas, no podemos dejar de hacer una reflexión acerca de lo que estamos viviendo. Una reflexión que desde la Providencia Divina nos ayude a confiar más en el Señor victorioso y a emendar nuestras conductas mundanas que nos apartan del amor de este Dios que se hace mendigo de nuestro cariño: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3.20).
Dice el salmo 90. 6 “no temerás la peste que se desliza por las tinieblas” y esta pandemia no nos tiene que hacer temblar, en primer lugar, porque el cristiano vive aceptando la muerte, venga de pandemia o de cualquier otra cosa. Y en nuestro mundo se ha querido ocultar la realidad de la muerte. En la educación, en la vida cotidiana la muerte ha desaparecido del horizonte humano como escondida por la higiene y los sistemas públicos de salud…especialmente en las clases con más medios económicos. Por eso hay que recordar el motivo por el que no tenemos que temer, porque al principio del salmo se dice “tú eres mi refugio, mi fortaleza, mi Dios en quien confío” Al final la muerte no es el fin del camino, sino el principio de la vida verdadera…y hemos de anhelar el cielo.
Una segunda consideración es que Dios por su providencia operante en la historia ha puesto un límite y está hundiendo un modo universal de vida que, negando a Dios como Rey y Señor de las cosas privadas y públicas, ha pretendido construir, cual una nueva Babel, una torre que llegue al cielo y desbanque a Dios. Por eso el salmo 9. 20-21 nos dice “Levántate, Señor, que no triunfe el hombre…infúndeles tu terror y sepan los pueblos que no son más que hombres”.
Y una última consideración para este día es pensar que el modelo que estamos viviendo ha sido herido de muerte. Nadie sabe lo que va a venir. El auge geopolítico de la China, el hundimiento de Europa y el resquebrajamiento de la unión europea por tratar de salvar el estado del bienestar aun a costa del propio hombre, la herida de los EEUU que está comenzando a sangrar, el silencio expectante del mundo musulmán, la absoluta pérdida de influencia social de la Iglesia como institución (ningún gran medio de comunicación español hizo referencia a la bendición Urbi et Orbi), el golpe al sistema de gasto y crédito que está llevando a la muerte hasta la burbuja financiera del fútbol y de las grandes competiciones deportivas, la pobreza generalizada que se asoma en las viejas sociedades… Por usar términos del apocalipsis, parece que Babilonia se hunde y ya se oyen los llantos de los que gritan “ay, ay la gran ciudad” (Ap 18. 10). Aunque “los demás hombres, los no exterminados por estas plagas no se convirtieron de las obras de sus manos” (Ap 9. 20) mientras que el pueblo santo de Dios escucha una llamada a la conversión, para vivir en suma pobreza espiritual, y si Dios lo quiere también en pobreza actual, en la capacidad de sufrir oprobio y menosprecio por amor a Jesucristo y la fidelidad a él y a su palabra, y en el gozo de la humildad de quien ha sido llamado a la intimidad con Dios en esta vida y a la bienaventuranza eterna del cielo
Por eso, y a modo de conclusión, os exhorto con el mismo libro del apocalipsis a pedir el don de la perseverancia: “No temas lo que vas a sufrir…Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la Vida” (Ap 2.10).
Un abrazo fuerte; que Dios les bendiga y la Virgen les cuide.
Padre Javier Jaurrieta G.
HNSSC