Saludo Domingo 24 de Mayo
Queridos profesores y familias:
Hacer fiesta supone tener el alma llena de alegría y expresarlo interiormente. Hoy hacemos fiesta por la alegría interior de la Ascensión del Señor a los cielos. ¿Y por qué esto nos produce tanta alegría que tenemos que expandirla en una fiesta? Leamos el comienzo de un sermón de san Agustín y lo entenderemos:
«La resurrección del Señor es nuestra esperanza; su ascensión, nuestra glorificación. Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor. Si, pues, celebramos como es debido, fiel, devota, santa y piadosamente, la ascensión del Señor, ascendamos con él y tengamos nuestro corazón levantado. Ascendamos, pero no seamos presa del orgullo. Debemos tener levantado el corazón, pero hacia el Señor. Tener el corazón levantado, pero no hacia el Señor, se llama orgullo; tener el corazón levantado hacia el Señor se llama refugio, pues al que ha ascendido es a quien decimos: Señor, te has convertido en nuestro refugio. (…)
Descendió para sanarte, subió para elevarte. Si te levantas tú, vuelves a caer; si te levanta él, permaneces en pie. Por tanto, levantar el corazón pero hacia el Señor, he aquí el refugio; levantar el corazón, pero no hacia el Señor: he aquí el orgullo. Digámosle, pues, en cuanto resucitado: Porque tú eres, Señor, mi esperanza; en cuanto ascendido: Has puesto muy alto tu refugio. ¿Cómo podemos ser orgullosos teniendo el corazón levantado hacia quien se hizo humilde por nosotros para que no continuásemos siendo orgullosos?»
Así que siendo Él nuestra esperanza y nuestro refugio se llena el alma de alegría interior que se expresa en la fiesta exterior que se comparte.
Feliz domingo de la Ascensión.
Padre Javier Jaurrieta G.
HNSSC