Carismas Propios
Dado que el fin de toda educación cristiana es configurarnos con Cristo participando de la vida de la gracia (ser santos), cada colegio debe establecer los modos, las actividades y las lecturas, entre otros, para cooperar (como educadores) en la consecución de este fin esencial. Estos son los carismas propios. Son puntos que se constituyen en la fuente de toda la originalidad del proyecto educativo; aspectos que están al servicio de lo esencial y que, además, dan forma a la unidad en el fin.
Todas las cosas que se hagan en el colegio deben realizarse en orden a poder comunicar todos los bienes que se quieren alcanzar. Esto se desarrolla de distintas maneras: a través de sus programas de estudio propios (con sus textos y actividades), la disciplina (según el llamado método preventivo), la hora de almuerzo, las expediciones, la distribución del jardín, la primacía de los sacramentos, la presencia de los sacerdotes, la cercanía de los profesores, etc.
En la medida en que los padres y profesores se identifiquen con este proyecto educativo, tanto en lo esencial como en lo correspondiente a sus carismas propios, la labor educativa se realizará en forma más coherente y unitaria.
Es por esto que es fundamental la formación de profesores y el traspaso claro, hacia los padres, del proyecto educativo institucional (PEI). Ya que de él no nos identifica solo lo católico, sino que los carismas propios: los modos, lo peculiar, aquellas cosas que vienen de la inspiración fundacional y que se han plasmado en todo lo que se hace.
Algunos carismas propios del colegio son:
La Misericordia de Dios
Se presenta como fundamento en la formación de la conciencia de todo niño o joven. La conciencia de que Dios es nuestro Padre, un Padre que ama a su hijo, sea quien sea el hijo; un Padre que ama con gratuidad, ya que “nos amó primero”. Tener misericordia supone tener un amor hacia quien tiene una carencia (hacia quien es mísero de corazón).
Este elemento se admite como estructurador de toda nuestra pedagogía. Es el principio inspirador de nuestra obra educativa.
Intentamos mostrar a los jóvenes que la salvación no se daría sin la misericordia de Dios; no somos capaces de salvarnos con nuestros propios méritos. Está sumamente lejos de nuestro carisma el crear jóvenes autosuficientes, que puedan llegar a creerse merecedores de la salvación por lo perfecto de sus obras.
No podemos enseñar a vivir a nuestros alumnos desde una perspectiva meramente ética; no queremos llenar al niño de exigencias morales. Sino que el cumplimiento de los mandamientos está unido al don: es Dios quien se abaja, desciende, nos incorpora a Él y hace posible nuestra salvación. La redención cobra sentido solamente al comprender que no existen obras ni métodos que nos den la salvación a expensas de la gracia y la misericordia divina, es por esto que debemos recurrir a la oración y la Eucaristía.
La misericordia abre al hombre a la libertad ya que lo lleva a la verdad. Intentamos patentizar la gratuidad de la vida que nos ha sido regalada en Cristo.
La Cruz Gloriosa
Describe y caracteriza el sentido profundo de nuestro proyecto educativo. La educación del colegio tiene una dimensión pascual: el mal y el pecado han sido vencidos, por lo que se ha alcanzado una vida gratis en Cristo.
Como educadores, estamos invitados a participar de la Cruz de Cristo para conducir a nuestros alumnos a las fuentes de la vida. Al apartar a los hombres de la Cruz se hace imposible el reconocimiento de la misericordia de Dios.
El mundo, entendiéndose por esto los amantes del mundo más que de Dios, desprecia la Cruz; ella es un escándalo. Nuestra educación no se ordena a incorporar una persona al mundo en esos términos, sino que a conducirla a la recapitulación de él en Cristo. Es por esto que nuestro proyecto no se rige por los méritos asignados por el mundo, sino que nos dispone a educar más allá de la aceptación social. Para esto desarrollamos un modelo educativo que invita a los alumnos a vivir la verdad por encima de moldes y caprichos, con un horizonte que trasciende.
Nuestro proyecto se rige por la fidelidad a los alumnos, fidelidad a todo aquello que coopere en la consecución de una síntesis entre la fe y la razón.La tendencia a evitar todo sufrimiento a los niños y jóvenes no sólo impide la consecución de muchos bienes naturales, sino que los aparta de muchos bienes divinos. Esto fundamenta varios elementos en el Colegio:
- La opción por evitar la eximición de alumnos en algunas asignaturas.
- La insistencia en evaluar objetivamente a todos los jóvenes.
- La opción por aceptar alumnos con determinadas dificultades.
- Siempre hablar a los niños y jóvenes con la verdad.
La donación
Es la base de toda nuestra obra educativa. Dios Padre, para salvarnos, envía a su Hijo, quien se da gratuitamente para que nosotros amemos gratuitamente. La donación del profesor al enseñar y la donación del alumno, como principio operante que lo mueve a perfeccionarse, no es una exigencia ética, sino que es una forma de vida, un elemento que articula todos los aspectos de nuestra vida.
Nuestra educación busca que los jóvenes puedan “salir de sí” desde una perspectiva profundamente cristiana, ya que este salir de sí es fruto de la gracia de Dios y supone el reconocimiento de la destinación de nuestra libertad a vivir para Dios y para los demás. La donación es el sentido último de la libertad.
Nadie puede dar lo que no tiene, por lo que todo alumno está llamado a enriquecerse, en lo espiritual e intelectual, para esta donación. Si el hombre está destinado al don, también lo está al infinito deseo de enriquecerse para una más completa donación.
Los actos cotidianos en el colegio deben iluminarse con la perspectiva de este don. Nuestro sistema educativo se constituye en orden a disponer las cosas de tal forma que sea posible la donación, ya que ella es la perfección a la que están llamados. Algunos ejemplos son:
- Las ayudantías de Matemática, en donde alumnos de Enseñanza Media hacen clases de Matemática, en forma sistemática y organizada, a alumnos con dificultad en la asignatura.
- Las expediciones de 3° y 6° Básico, en la cual profesores y alumnos de II° Medio se ponen al servicio.
- Coro en las ceremonias de Primera Comunión y Confirmación, en las que nos encontramos con alumnos que se donan alegremente a otros.
- En fin, actos cotidianos en el colegio, como lo son la puntualidad para llegar a clases, el silencio en clase, la obediencia al profesor, que deben presentarse como un acto de donación a los demás.
Acoger al pobre
Es un carisma que motivó fuertemente los inicios del colegio. Se hace presente tanto en la formación académica como en la formación moral y espiritual.
“Alcanzar la medida a la que estamos destinados en Cristo”: en esto consiste nuestro crecimiento. El colegio busca un espacio para cada niño y cada joven según a lo que esté llamado por Dios. Para esto intentamos hacer aparecer los carismas singulares de cada alumno y los incentivamos a discernir y hacer propio el proyecto divino: en esto consiste la felicidad.
Cada alumno tiene su espacio y debe ocuparlo “perfectamente”. Llamamos a la perfección de cada uno, a ser un hombre perfecto y una mujer perfecta, a donarse en lo que le toque para “ordenar el mundo hacia Dios”, no necesariamente centrados en el éxito económico o social, ni siquiera en el éxito académico, sino sabiendo ordenar ese prestigio y éxito a Cristo, y sabiendo despreciarlo si es que nos aparta de Él.
Es necesario entender que esta acogida se asume solo hasta el punto que, dadas las exigencias propias del colegio, se pueda convertir en un daño para el alumno; se acoge siempre dentro de una verdad. Por otro lado, hay veces en que se advierte que no es bueno que el alumno se mantenga en el colegio dadas las posibilidades reales de grupo curso; entender esto es fundamental para que cada familia y profesor que postula a nuestro Colegio pueda discernir seriamente su opción.
El crecimiento intelectual del hombre está enfocado en la búsqueda profunda de la verdad. En el colegio se desarrolla este amor a la verdad, es este el eje central de nuestra formación académica y un firme fundamento de nuestra educación.
El objetivo del estudio en nuestro colegio es la adquisición de la ciencia (que es lo contrario a la opinión, a la dispersión) y gran parte de las asignaturas se fundan en este principio. Esto nos mueve a discernir, en cada momento, los caminos y las formas para procurar desarrollar en nuestros alumnos un amor a la verdad, que se manifiesta en una dedicación al estudio en forma seria, responsable, comprometida y dispuesta.
Cualquiera sea la edad del niño, la profundidad fundamenta nuestra formación académica. Juzgamos íntimamente la verdad de todas las cosas, y nuestros Planes y Programas se orientan a una comprensión unitaria de ella a través de todas las asignaturas.
La verdad, como marco fundamental, ilumina un horizonte más amplio, ante lo cual todo tiene sentido; es un hilo conductor que lleva el mundo a Dios. Si no se conoce la verdad, no se puede orientar la vida hacia la libertad.
La obediencia y la autoridad
Son elementos constitutivos y esenciales en la pedagogía cristiana, por lo que son elementos constitutivos y esenciales también para nuestro Colegio.
Dios creó al hombre radicalmente constituido para que desarrolle plenamente su humanidad viviendo para otros, donándose, y sin embargo, este hombre herido por el pecado original, tiene un problema: se encapsula (lo mío, mi problema, mis asuntos, mis proyectos, lo que quiero hacer en la vida, etc.). El énfasis en la obediencia, en nuestro colegio, está puesto en dirección a ayudar a este hombre ensimismado (volcado hacia sí mismo), que no puede querer lo que otro quiere, que no puede obedecer.
El colegio debe enseñar el verdadero sentido de vivir, que es un vaciarse de sí mismo hacia Dios, es un vaciarse de sí mismo hacia los demás. Es por esto que la obediencia en el colegio no es para tener un lugar bien organizado, no es para que se puedan hacer bien las clases, aunque es muy importante hacerlas bien. Tiene que haber una autoridad que sea capaz de conducir al alumno a lo que es bueno, no meramente para reglamentar un orden, sino que ha de ser eficaz en la conducción al desensimismamiento del joven para que logre alcanzar su fin.
Por otro lado, el hombre debe ser salvado de su incapacidad de salir de sí. Dado que es incapaz de amar, es también incapaz de obedecer. La misericordia nos regala esta posibilidad de amar lo que otro ama, es por esto que nos abre a la libertad, nos libera de la esclavitud de nuestros impulsos.
La autoridad que busca el colegio apunta a custodiar este bien individual de cada uno, que lo lleva a ser libre y no volcado sobre sí mismo. Esta libertad se logra mediante la obediencia a Dios. Consiste en conocerse a sí mismo a través de Dios y, cada vez más, vivir según el criterio de Él, que es un criterio distinto.
Por todo lo anterior es que no hay contraposición entre autoridad, amor, obediencia y libertad.
El educador está llamado a remover los obstáculos morales e intelectuales que impiden que el alumno, desde sí mismo, tienda al bien (a lo que lo perfecciona). Debe conducir suavemente al bien (sin violentar la libertad) y debe apartar fuertemente el mal: “fortiter et suaviter”. Somos servidores de la verdad, fieles a la Iglesia, a los padres y a los alumnos.
Ejemplos concretos de elementos en los que intentamos hacer aparecer la autoridad y la obediencia son:
- La no existencia de inspectores que ejerzan disciplina: posibilitamos el trato personal del profesor con su alumno. Este trato educa la libertad y la real donación de los alumnos.
- La exigencia del uniforme: es un elemento concreto para salir de sí y obedecer.
- La figura del profesor como maestro: es algo que valoramos fuertemente en nuestro colegio, iluminando nuestra metodología y vocación desde los primeros años.
La búsqueda de la excelencia
Es un carisma de nuestro colegio. La educación cristiana dispone a la configuración de cada hombre con Cristo, por lo que todos nuestros actos educativos, iluminados por cada uno de nuestros carismas particulares, están orientados a una excelencia en la formación de nuestros alumnos.
El colegio no hace una opción por niños que cumplan ciertas características de excelencia (académica, de disciplina, de responsabilidad, social, etc.), sino que opta por familias que buscan para sus hijos lo que el proyecto educativo ofrece, asumiendo incluso, a muchos niños que, en otras condiciones, no serían aceptados.
La búsqueda de la excelencia intenta ordenar todos nuestros actos, desde los más cotidianos, a este objetivo. Se busca una unidad en la educación y existe una tensión para disponer a los alumnos a la perfección a que están llamados.
La belleza
Que es el resplandor de la verdad y del bien, está presente y guía toda nuestra obra educativa; es un carisma propio del colegio que penetra toda nuestra línea académica.
En el colegio se ordena el mundo hacia Dios y, en este sentido, “lo bello” tiene un papel preponderante. Hay que preparar y disponer a los alumnos, enriquecerlos con cosas bien hechas, de modo que puedan reconocer y producir algo bello.
Ejemplos concretos son:
- Se busca la belleza especialmente en el arte y la música, en las cuales destacamos siempre lo clásico.
- Se pone especial cuidado en mantener los edificios y los jardines del colegio en perfecto estado.
- Todas las presentaciones que se hacen en el colegio destacan por su cuidado en lo estético.
- Existe un “Taller de Diseño”, donde trabajan tres diseñadores gráficos, que está al servicio del diseño y producción de todo el material docente necesario.
- También existe en el colegio la responsabilidad de “Dueña de casa”, ya que valoramos la belleza en todo lo que hacemos necesitamos que exista alguien al servicio de este aspecto.
La alegría
Un corazón agradecido que rinde culto, es también un carisma propio del colegio. La alegría es consecuencia de vivir en la verdad.
Dentro del proyecto educativo del colegio está también educar para celebrar. Existe un cuidado en las fiestas, existe una seriedad en ellas.
Nuestras fiestas tienen un origen en la divino, todo lo natural está ordenado a lo sobrenatural, y es por esto que celebramos juntos. Son muchos los ejemplos en los que se incorporan las celebraciones como parte de la vida de los alumnos y sus familias, ya que es parte de la vida de un cristiano: diversos actos en Semana Santa, Pascua de Resurrección, mes de María, San José, Corpus Christi, Mes del Sagrado Corazón de Jesús, Fiestas Patrias, despedida a los alumnos de IVº Medio en sus últimos días, semana del Colegio, etc.