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Charla “La Familia como Iglesia Doméstica”, Padre Javier Jaurrieta G.

El martes 25 de junio, se llevó a cabo en el auditorio del colegio la tercera charla del ciclo sobre el matrimonio y la familia, dirigido especialmente a los papás de Kinder, y con invitación abierta a todos los papás del colegio.

En esta ocasión el tema fue la familia como iglesia doméstica. El padre Javier recordó que este término es tradicional en la Iglesia y fue extraído del Catecismo de la Iglesia Católica, estrictamente de los puntos 1655-1658. En la charla se recalcó la importancia de la casa, como el lugar donde se vive el encuentro personal con Dios.

Como señala el CIC, en un mundo hostil hacia la Fe, la familia es la llamada a ser testigo de esta Fe.

El sacerdote explicó las dos amenazas que sufre actualmente la familia, como las dos bestias del Apocalipsis (según el Cardenal Sarah en su presentación en el Sínodo de las Familias): La idolatría de la libertad y el secularismo ateo.

Insistió en la idea de que, si se ataca a la Iglesia, también se ataca a la familia. La familia tiene su origen en la paternidad de Dios, Dios creó al hombre en comunidad de personas, a imagen de la Santísima Trinidad. Lo que nos hace ser padres es la participación de la paternidad de Dios.
Para destruir la familia hay que destruir la imagen divina de la familia, para sostener la familia, hay que sostener el orden teológico que la fundamenta.

La Iglesia, y la familia por ser iglesia doméstica, recibe tres encargos:

1-. Enseñar:
Enseñar a las gentes el camino de la salvación, que lleguen a su plenitud en Cristo. ¿Cómo enseña una familia? Amando a sus hijos en su plenitud y pidiendo la luz y fuerza para vivirlo.

2-. Regir:
Exige una responsabilidad grande. Los padres mandan sirviendo y sirven mandando. No se enseña sin regir y no se rige sin enseñar. El criterio de los papás se transmite en los amores.

3-. Santificar:
Es el que más necesitamos de la Iglesia. Para santificar una familia son necesarios los sacramentos. Solo se puede educar a los hijos con la gracia santificante.

El sentido de la vida de la familia es que los hijos vayan al Cielo.

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