Saludo Sábado 3 de Octubre
Queridos profesores y familias del colegio:
En este sábado, primero del mes de octubre, consciente de las luchas interiores y exteriores que sufrimos por mantener nuestra fe y adecuar nuestra vida a los mandamientos de Dios, y, consciente también, de las múltiples preocupaciones que afligen muchos corazones, quisiera recordarles las palabras que León XIII nos dirigió a través de la encíclica Supremi Apostolatus Officio, firmada en el año 1883.
“El supremo oficio apostólico que desempeñamos y la condición sumamente difícil de estos tiempos, nos advierten diariamente y casi nos obligan a velar cuidadosamente por la integridad de la Iglesia, cuanto más mayores son las calamidades que sufre. Por lo tanto, aunque nos esforzamos por todos los medios para preservar los derechos de la Iglesia y evitar o repeler los peligros presentes o contingentes, buscamos constantemente la ayuda del Cielo, el único medio para realizar cualquier cosa, para que nuestras labores y nuestro cuidado obtengan su resultado, objeto deseado. Consideramos que no puede haber un medio más seguro y eficaz para este fin que la religión y la piedad para obtener el favor de la gran Virgen María, la Madre de Dios, la guardiana de nuestra paz y la ministra para nosotros de la gracia celestial, que se coloca en la cumbre más alta de poder y gloria en el cielo, para que ella pueda brindar la ayuda de su patrocinio a los hombres que a través de tantos trabajos y peligros se esfuerzan por llegar a esa ciudad eterna. Ahora que se acerca, por tanto, el aniversario de múltiples y sumamente grandes favores obtenidos por un pueblo cristiano mediante la devoción del Rosario, deseamos que esa misma devoción sea ofrecida por todo el mundo católico con la mayor sinceridad a la Santísima Virgen, para que por su intercesión su Divino Hijo sea apaciguado y ablandado en los males que nos afligen.
Esta devoción, tan grande y tan confiada, a la augusta Reina del Cielo, nunca ha resplandecido con tanto brillo como cuando la Iglesia de Dios militante parecía estar en peligro por la violencia de la herejía difundida en el extranjero, o por una moral intolerable, corrupción, o por los ataques de enemigos poderosos. La historia antigua y moderna y los anales más sagrados de la Iglesia dan testimonio de las súplicas públicas y privadas dirigidas a la Madre de Dios, de la ayuda que ella ha concedido a cambio, y de la paz y tranquilidad que ha obtenido de Dios. De ahí sus ilustres títulos de ayudante, consoladora, poderosa en la guerra, victoriosa y pacificadora. Y entre ellos se conmemora especialmente ese título familiar derivado del Rosario con el que se perpetúan solemnemente los beneficios señalados que ha obtenido para toda la cristiandad”.
Me despido de ustedes deseando que Dios les bendiga y que tengan un buen día.
Padre Josep Vives G. HNSSC