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Octubre 2024

     En este mes de octubre lo primero que nos brota del corazón es un canto agradecido al Dios de la misericordia por la evangelización de nuestra tierra y la labor civilizadora que la providencia dispuso que España, nuestra Madre Patria, realizara entre nosotros. Haber sido introducidos en la fe católica y en la cultura de occidente es un don que nos hace brotar un profundo agradecimiento.

Por lo demás, en este mes, el colegio se desborda de alegría por reconocerse tan amado ya que, como dice san Ignacio, el amor se muestra más en las obras que en las palabras y que el amor consiste en que el que tiene da al que no tiene. Y así Dios nos bendice con innumerables regalos que son muestra de su amor.

Comenzamos con la fiesta de santa Teresita del niño Jesús, centro de nuestra espiritualidad y de toda nuestra línea educativa en la pequeñez y en la confianza que ha de llevarnos al Amor. Después celebramos la fiesta de “las casas” donde, de la mano de nuestro santo patrono San Francisco de Asís, nos convertimos en heraldos del gran Rey para anunciar al mundo que el amor no es amado y que no encontraremos paz y felicidad si no en la entrega al Señor. Lo celebramos con competencias deportivas y con la misa de San Francisco de Asís celebrada en el templo parroquial de San Alberto Hurtado, que es la parroquia a la que pertenecemos.

Viviremos también la expedición con un sello de amor por toda la creación que tan bien entendió San Francisco y que todos nuestros alumnos quedan maravillados con esta experiencia de donación gratuita de sus profesores, de contemplación de la belleza y de profundización en el conocimiento de la maravilla de la creación de Dios.

Despediremos a nuestros hermanos mayores de IV Medio con la alegría de ver el fruto de nuestro trabajo, aunque con la tristeza de su ausencia. Abrimos los brazos de par en par para recibirlos siempre que quieran volver a la casa.

Varios cursos celebran sus hitos marianos en ese camino pedagógico de crecimiento en el amor a Dios y en el cariño a la virgen María, y, lo que es más importante quizá, seguimos con nuestra cadencia educativa en cada clase, en cada lectura, en el ejercicio de ese quehacer cotidiano que además santa Teresita nos enseña que es nuestra principal arma para nuestra santidad, ya que esta no consiste hacer cosas grandes, sino en hacer muy grandes las cosas pequeñas por amor.

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