Noviembre 2019
La solitaria estrella que resalta en el fondo azul de la bandera nacional, ha sido interpretada como la silenciosa presencia de María en nuestra historia. Recordemos también que los marineros, antes que se inventaran instrumentos de navegación sofisticados, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el océano. De aquí la analogía con la Virgen María quien, como Estrella del Mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia puerto seguro que es Cristo.
En este mes de noviembre nos reunimos para rezar juntos a la Virgen María y en ella ponemos nuestra confianza como nos enseña San Bernardo: “¡Mira a la Estrella, invoca a María!: “¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María! Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María. Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, llama a María. Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira a María. Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza, en los abismos de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara”.
En estos tiempos de incertidumbre y de cansancio se nos regala un mes para poder caminar “bajo el amparo de María”. Encomendémonos suplicantes y con fuerza a nuestra Madre, que bajo la Advocación de El Carmen vela por nuestra patria y, con ternura y delicadeza, extiende sobre nosotros su manto protector.